La
gente de origen campesino e indígena, no llega a prostituirse, a
criminalizarse, ni a corromperse por maldad. El sistema económico
mundial medido a través del PIB, les aniquila la autoestima
haciéndoles creer que los modos de vida ligados a la madre tierra
con métodos tradicionales de cultivo son irracionales y nada productivos.
El PIB se estableció como indicador de las riquezas en el siglo XX. Ese Producto Interno Bruto cataloga ricas a las naciones que producen e intercambian bienes y servicios para el consumo. Todo trabajo social, de asistencia o voluntariado no entra en las cuentas del PIB y cuando ese tipo de labores hacen parte de las cuentas, resultan contrarias al crecimiento...
Cuando Lula llegó al poder, el Brasil se convirtió en una potencia económica mundial. El desarrollo del cultivo, sobre todo de cereales, volvió al Brasil mundialmente “competitivo”. Sin embargo, pese a que el gobierno de Lula se suponía socialista, es decir, partidario de la “igualdad de derechos”, en el Brasil las diferencias son cada vez mayores. El deseo de hacer del Brasil un país económicamente rico medido a través del PIB, ha provocado el aumento en la tala masiva de árboles, gran parte de los bosques amazónicos desaparecen en cuestión de minutos. Eso no significa solamente contaminación ambiental, sino desplazamiento obligatorio de poblaciones locales que dejan sus modos de vida autosuficientes para ir a engordar los sectores de miseria de las grandes ciudades, volviéndose totalmente dependientes de la asistencia pública.
Permanecer competitivos en el mercado mundial significa intensificar la producción para bajar los costos. A los países de Europa, les cuesta mantenerse competitivos frente a países como el Brasil y la China, porque las leyes en esos países no protegen a los empleados y trabajadores, mucho menos a los que están en el límite más bajo de la escala social; ellos han sido reducidos a la miseria, desprovistos de sus modos de vida tradicionales, necesitan el dinero que se les propone aunque sea muy poco, por eso aceptan trabajar sin protecciones, con horarios extenuantes y en condiciones deplorables. Este tipo de condiciones laborales se supone que no debería existir en los estados de gobiernos socialistas, pero brindar asistencia pública a los estratos más bajos de la población requiere de financiamiento: para poder financiar sus proyectos los gobiernos socialistas de los “países en desarrollo” se someten a las condiciones de los “países ricos” ya que los productos se venden en el mercado mundial cuando los costos son bajos, y los costos bajan si se produce de modo intenso, sin restricciones de ningún tipo. El socialismo termina pareciéndose al capitalismo porque en el afán por mejorar la industria local y elevar el nivel del PIB, los gobiernos de los “países en desarrollo” abren de par en par sus puertas a las industrias de los “países ricos”, a sus maquinarias, a su modelo de desarrollo y a sus modos de vida.
El PIB se estableció como indicador de las riquezas en el siglo XX. Ese Producto Interno Bruto cataloga ricas a las naciones que producen e intercambian bienes y servicios para el consumo. Todo trabajo social, de asistencia o voluntariado no entra en las cuentas del PIB y cuando ese tipo de labores hacen parte de las cuentas, resultan contrarias al crecimiento...
Cuando Lula llegó al poder, el Brasil se convirtió en una potencia económica mundial. El desarrollo del cultivo, sobre todo de cereales, volvió al Brasil mundialmente “competitivo”. Sin embargo, pese a que el gobierno de Lula se suponía socialista, es decir, partidario de la “igualdad de derechos”, en el Brasil las diferencias son cada vez mayores. El deseo de hacer del Brasil un país económicamente rico medido a través del PIB, ha provocado el aumento en la tala masiva de árboles, gran parte de los bosques amazónicos desaparecen en cuestión de minutos. Eso no significa solamente contaminación ambiental, sino desplazamiento obligatorio de poblaciones locales que dejan sus modos de vida autosuficientes para ir a engordar los sectores de miseria de las grandes ciudades, volviéndose totalmente dependientes de la asistencia pública.
Permanecer competitivos en el mercado mundial significa intensificar la producción para bajar los costos. A los países de Europa, les cuesta mantenerse competitivos frente a países como el Brasil y la China, porque las leyes en esos países no protegen a los empleados y trabajadores, mucho menos a los que están en el límite más bajo de la escala social; ellos han sido reducidos a la miseria, desprovistos de sus modos de vida tradicionales, necesitan el dinero que se les propone aunque sea muy poco, por eso aceptan trabajar sin protecciones, con horarios extenuantes y en condiciones deplorables. Este tipo de condiciones laborales se supone que no debería existir en los estados de gobiernos socialistas, pero brindar asistencia pública a los estratos más bajos de la población requiere de financiamiento: para poder financiar sus proyectos los gobiernos socialistas de los “países en desarrollo” se someten a las condiciones de los “países ricos” ya que los productos se venden en el mercado mundial cuando los costos son bajos, y los costos bajan si se produce de modo intenso, sin restricciones de ningún tipo. El socialismo termina pareciéndose al capitalismo porque en el afán por mejorar la industria local y elevar el nivel del PIB, los gobiernos de los “países en desarrollo” abren de par en par sus puertas a las industrias de los “países ricos”, a sus maquinarias, a su modelo de desarrollo y a sus modos de vida.
Todo país es
sumamente rico en patrimonios humanos, naturales, culturales y
sociales, sin embargo han sido clasificados según el nivel de
explotación de sus patrimonios en el sentido de intercambios
monetarios por las agencias de calificación internacional, que
evalúan y ponen notas a los países según el nivel de crecimiento
monetario que es diametralmente opuesto a la calidad de vida de las
poblaciones y de los ecosistemas.
Lamentablemente los
sistemas socialistas tienden a suprimmir todo tipo de diferencias
(estén o no ligadas a la repartición de riquezas materiales) de
forma que, atropellan y hasta eliminan los modos de vida distintos.
En los años 1950, el sistema de gobierno en la República de
Mongolia era socialista, en aquella época estaba estrictamente
prohibido practicar el shamanismo y todo lo que tuviese que ver con
la cultura popular: muchos shamanes fueron asesinados en aquél
entonces.
Se trate o no de un gobierno socialista, el sistema
económico mundial hace que cualquier intento por hacer justicia se
vuelva insostenible, ya que la riqueza medida a través del PIB está
basada en la explotación (que contamina la naturaleza y degenera las
relaciones humanas), la producción de bienes materiales (que también
contaminan la naturaleza y no mejoran las relaciones humanas) y el
comercio de estos “bienes” que terminan contaminando porque la
mayor parte de ellos se vuelven basura en tan solo minutos luego de
haber sido comprados. Reutilizar o reparar algo, es contrario al
productivismo en marcha, pues tirar a la basura implica volver a
comprar lo que se sigue fabricando en las industrias.
El
problema no está en la repartición de la riqueza, ni en la creación
de ella, el problema está en la concepción misma de riqueza...
Mientras la riqueza de los países siga siendo medida a través del
PIB, el mundo en el que vivimos seguirá su marcha hacia el abismo.
La belleza del medio ambiente no es la única afectada, los seres
humanos que habitamos este planeta somos las primeras víctimas,
incluso aquellos que se "enriquecen" a través del PIB.
El
proyecto Yasuní-ITT era sólo un pretexto del gobierno para esconder
todos los negocios que se estaban haciendo a nivel internacional con
inmensas parcelas de selva amazónica primaria para la explotación
de petróleo. El gobierno del Ecuador hace tiempo que venía
subastando el petróleo de la Amazonía. El doble discurso de Rafael
Correa fue denunciado por una manifestación en París el 26 defebrero de 2013. Ese mismo día, en un gran hotel de París,
autoridades ecuatorianas se habían reunido para hablar de grandes
sumas de dinero con la mayor discreción... Un miembro de Planeta
Amazonia consiguió una entrevista con Andrés Donoso Fabara. Cuando
se le cuestionó sobre un mapa con las iniciales de la compañía
estadounidense IHS, Donoso Fabara empezó a presumir de la iniciativa
Yasuní-ITT. Propuesta desde siempre contradictoria porque habla de
preservar los bosques primarios del Ecuador, los derechos de la
naturaleza hacen parte de la misma Constitución Ecuatoriana... sin
embargo, la extracción de petróleo en muchas zonas naturales del
Ecuador, siguen en marcha y con más fuerza que nunca...
¡Greenwashing de alto nivel!!!
Donoso Fabara se sientió
intimidado cuando se le preguntó si él considera que toda esa
biodiversidad es menos importante que la del parque Yasuní. Donoso
Fabara evadió el tema y prefirió hablar del "aspecto social",
presentando el proyecto "Ronda Sur Oriente" como una
oportunidad social para sacar de la pobreza a las poblaciones de la
zona afectada. Cuando se le preguntó si las explotaciones petroleras
eran beneficiosas para las poblaciones indígenas, él respondiió:
“¡Por su puesto! Tenemos un excelente plan de desarrollo social.”
...Pero los pueblos indígenas no son pobres porque viven plenamente
de lo que la selva amazónica les brinda... siempre y cuando esas
tierras y esas aguas no estén contaminadas...
Los
indígenas que habitan la selva amazónica no son indigentes, tienen
formas de vida distintas, ligadas a la naturaleza. Es nuestro deber
ayudarles para que no sigan despojándoles de sus tierras y de esas
riquezas que el PIB ignora pero que son indispensables para la
superviviencia de nuestra especie y de tantas otras.