lunes, octubre 18

LA IDEA DE RIQUEZA

El socialismo difiere del sistema capitalista, principalmente en lo que se refiere a la repartición de las riquezas. Mientras el capitalismo promueve el enriquecimiento de pocos, el sistema socialista exige la repartición de las riquezas de modo equitativo. Podríamos decir entonces que los sistemas, socialista y capitalista conciben la idea de riqueza de la misma manera.


I

En ambos sistemas, la idea de riqueza está ligada tanto a los bienes materiales como al dinero. El sistema socialista, en la ya desaparecida Unión Soviética, permitió que los estratos bajos de la escala social, tuvieran acceso tanto a la salud, como a la educación. Eso mismo, se ha logrado en otros países bajo el mismo modelo de sistema de repartición equitativa de la riqueza, como es el caso de la isla de Cuba con Fidel Castro a la cabeza de la revolución. Que, en una sociedad, todos sus integrantes tengan igualdad de derechos frente a la salud y a la educación es, indiscutiblemente, un gran avance. Definitivamente, eso es algo positivo. Sin embargo, no hay que olvidar que, para financiar la salud y la educación de las mayorías, se necesitan fuentes de dinero.

Durante la segunda guerra mundial, Rusia produjo un número grandísimo de armamento, gracias a su gran industria en dónde muchas mujeres trabajaron; los hombres estaban todos en el frente de batalla. Otro modo de financiar los proyectos del estado, fue el cultivo de algodón. Una enorme parte del territorio este de la ya desaparecida URSS, antiguamente cubierta de fuentes naturales de agua, hoy en día presenta grandes zonas desérticas, resultado del cultivo intensivo de algodón: ríos se han secado por completo, tierras fértiles quedaron convertidas en desiertos...

Hoy en día, en Europa se habla del Brasil de Lula, como una nueva potencia económica mundial. Y es que el desarrollo del cultivo, sobre todo de cereales, ha permitido al Brasil volverse mundialmente “competitivo”. Sin embargo, pese a que el gobierno de Lula, se suponía socialista, es decir, partidario de la repartición equitativa de las riquezas, en el Brasil las diferencias son cada vez mayores. La gente rica del Brasil, hace tiempo que dejó de usar automóviles para desplazarse; ellos usan helicópteros para evitar los molestias del tráfico vehicular. El deseo de hacer del Brasil un país económicamente rico, ha provocado el aumento en la tala masiva de árboles; gran parte de los bosques amazónicos desaparecen en cuestión de minutos.
Permanecer competitivos en el mercado mundial, significa que la producción tiene que mantenerse intensa para bajar los costos. La alta competitividad del Brasil, no solo se debe al cultivo intensivo sino además, a las condiciones bajo las cuales, trabaja en esas zonas, mucha gente miserable del Brasil. No solo con salarios bajísimos, si no que además, desprovistos del material capaz de protegerles de los riesgos de estos trabajos. Uno de esos riesgos está en el uso de productos químicos (fungicidas y otros) perjudiciales tanto para la fertilidad de las tierras como para la de los trabajadores.

A los países de Europa, les cuesta mantenerse competitivos frente a países como el Brasil y la China, porque las leyes en esos países no protegen a los empleados y trabajadores, mucho menos a los que están en el límite más bajo de la escala social. Ellos son obedientes y miserables, necesitan tanto el dinero como el trabajo que se les propone, por eso aceptan trabajar sin protecciones, con horarios extenuantes y en condiciones deplorables.

Este tipo de condiciones laborales, se supone que no debería existir en los estados de gobiernos socialistas. Pero pensemos: Cualquier líder que quiera mejorar la calidad de vida de la gente, apunta siempre a mejorar los sistemas de salud y de educación primero. Para ello requiere de financiamiento. Entonces entramos a la clave del sistema económico mundial: los países “ricos” cuentan con la maquinaria adecuada para transformar las materias primas; mientras que, las materias primas, se encuentran mayoritariamente en los países en desarrollo. Los países ricos imponen sus condiciones a los países en desarrollo, porque sin sus maquinarias, los países pobres no pueden transformar sus materias primas. Los países en desarrollo, se someten a las condiciones de los países ricos para poder financiar sus gobiernos, gracias a la exportación de materias primas.

Todo este modelo de desarrollo, nos hace pensar que lo que se necesita para sacar de la pobreza a los países en desarrollo, es crear sus propias industrias. Suponemos que los países “ricos” son capaces de crear máquinas muy avanzadas, gracias a la educación que reciben sus pobladores. Por eso, es que los gobiernos socialistas, apuntan tanto al mejoramiento de la educación popular.

En el afán de mejorar la industria local, los gobiernos de los países en desarrollo, abren de par en par sus puertas a las industrias de los países “ricos”. Como en los países ricos, las leyes protegen tanto el medio ambiente como a los trabajadores, producir cuesta mucho dinero. Por eso no paran de cerrar sus industrias locales para instalarlas en los países en desarrollo. Allí instalan sus industrias sin restricciones medioambientales, ni de salud, para los trabajadores locales. Llevan sus propios empleados para los puestos directivos, dejando los puestos menos costosos para los empleos locales. De modo que, los países ricos siguen enriqueciéndose, mientras los países en desarrollo siguen enriqueciendo solo a unos pocos privilegiados.

Aquí vale anotar algo. Que un país sea considerado rico, no quiere decir que en él no existan grandes porcentajes de pobladores empobrecidos. Quiénes crecimos en alguno de los países en desarrollo, solemos creer que en los países ricos solo existen industrias, desconocemos que en éstos países “ricos” siempre han existido: campesinos, obreros, mano de obra, artesanos, etc. Luego de muchas luchas sociales, toda esa gente pobre de los países ricos, ha logrado grandes reivindicaciones en cuestiones de educación y de salud popular, protección laboral, jubilación, vacaciones pagadas, entre otras. Eso ha ayudado a que mucha gente viva mejor, pero no necesariamente les ha sacado de la pobreza. Cuando los países en desarrollo, abren sus puertas a las grandes potencias económicas mundiales, toda esta gente pobre de los países ricos, pierde sus trabajos y poco a poco comienza a perder todas las reivindicaciones logradas a través de grandes luchas.
Creo que esto es muy importante subrayarlo: en los países ricos siempre ha habido gente pobre. En los países ricos no todas las personas gozan de los mismos derechos, no, ni siquiera en Francia donde el sistema socialista ha logrado grandes avances en materia de salud y de educación popular. Existen y siempre han existido jerarquías sociales: un tipo de educación y de salud privada para los ricos, y otra para el resto de los pobladores. La gran diferencia que existe en este punto con la de América Latina, es la percepción que tiene la gente en Francia al respecto de los servicios del Estado. Para dar un ejemplo. De la escuela maternal hasta el final de la primaria, mucha gente, cualquiera que sean sus ingresos, opta por la educación popular. Sin embargo, a partir del colegio, quienes pueden permitírselo, prefieren cambiarse a la educación privada para que sus hijos puedan, en el futuro, acceder a las Escuelas de élite, que no son, las tan "famosas" universidades populares. Yo también estuve sorprendida cuando lo escuché de la boca de mi director universitario: en Francia, las Universidades son para las mayorías, y las "grandes" Escuelas, como aquí se les llama, son  para las minorías privilegiadas que siempre han existido. Son los estudiantes de éste tipo de instituciones tan reconocidas al interior de Francia, quiénes tomarán los cargos directivos de las empresas y los puestos políticos.

La extrema derecha y el fundamentalismo, tienen mucha fuerza en Europa. Los gobiernos de extrema derecha, quieren cerrar sus fronteras y contradicen la globalización económica. Toda esa gente pobre que ha perdido su trabajo porque las fábricas cierran en Europa para abrirse en China, en Brasil, o en cualquier otro país parecido, votan por la extrema derecha. Los productores de leche, de carne, de cereales son campesinos europeos y sufren directamente cuando los grandes hipermercados de sus propios países, prefieren comprar la leche, la carne y los cereales, que vienen de países en donde los precios son “más competitivos”.

La competitividad significa que los precios se mantengan bajos. Que los precios sean bajos puede hacernos pensar que todo se vuelve accesible a las grandes mayorías. Sin embargo, en general, quién pierde en este sistema de competitividad a ultranza, son quiénes son ya pobres y humildes.

II


Así que, se trate o no de un gobierno socialista, el sistema económico mundial, hace que cualquier intento por hacer justicia se vuelva insostenible, ya que la riqueza está basada en la explotación (que contamina la naturaleza), la producción de bienes materiales (que también contaminan la naturaleza) y el comercio de estos bienes que terminan contaminando porque la mayor parte de ellos se vuelven basura en tan solo minutos luego de haber sido comprados.

¿No será que el problema no está en la repartición de la riqueza, sino en la concepción misma de ella? ¿No será que es la concepción misma de riqueza la que está realmente en juego?

Había una vez una familia muy pobre que vivía en los EEUU a mediados del siglo pasado. Uno de los hijos resultó ser muy brillante en los estudios. Diploma tras diploma, llegó a trabajar en la NASA. El sueño americano se hacía posible. Luego de separarse de su primera mujer, éste hombre de éxito, decidió dejar la Nasa y crear su propia empresa junto a su nueva esposa. Tuvieron dos hijos. Igual que sus padres, esta nueva pareja de origen humilde, soñaron para sus hijos éxito económico y grandes diplomas. Su hijo mayor, sin embargo, escogió para él un camino distinto. Terminado con éxito los años de preparatoria universitaria, decidió donar a un organismo no gubernamental, todos sus ahorros, que no eran pocos, quemó los últimos dólares que le quedaban en los bolsillos y se dedicó a vivir del modo más auténtico posible. Como muchos soñadores, se instaló en la parte más salvaje de Alaska, y la muerte le llegó tempranamente, por causa de inanición.

Muchos podríamos criticar la actitud de este chico rebelde, diciéndonos que se trataba de un niño mimado, caprichoso, a quién como nunca le hizo falta “nada”, tiró todo el dinero que tuvo y dejó en los suelos los anhelos de sus padres que tanto lucharon para salir de la pobreza y poder brindarle a él, una vida “mejor”.

Pero hay algo más. La infancia de este chico no fue color de rosa. Su padre y su madre vivían metidos en la oficina, trabajando duramente para poder sacar su empresa adelante. Creo que para alguien que siempre ha necesitado dinero, entender lo que vivió este chico, es muy difícil, pues en general, creemos que el dinero puede solucionarlo todo. Asimismo, solemos creer que nuestros países en desarrollo, vencerán todos sus males cuando el dinero no les falte, cuando se conviertan en países ricos. Soñamos con tener carreteras impecables, queremos maquinaria modernísima, sistemas de transporte subterráneo y aéreos de punta. Queremos sentirnos que hacemos parte del primer mundo. Pero nunca nos ponemos a pensar que en los países desarrollados, toda esa alta tecnología, todas esas infraestructuras, no han hecho que sus poblaciones sean felices. Los niveles de depresión son altísimos, la gente es violenta y agresiva; muchos enloquecen, otros se suicidan. ¿Será que es el síntoma de todo niño sobreprotegido? ¿Será que el hecho de tener y tener, hace que la gente se vuelva incapaz de medir sus “privilegios”?

El problema del mundo radica en esta idea de riqueza. Creemos ingenuamente que son las cosas materiales, las riquezas económicas, las que pueden darnos felicidad. Pero ningún ser vivo puede ser feliz, si está solo. Es cierto que la tecnología y la infraestructura moderna pueden ser de mucha utilidad pero no son indispensables para la felicidad. Me explico.

La gente pobre suele creer que si triunfa académicamente, triunfará económicamente como en el caso del hombre del ejemplo, caso de la vida real. La idea de triunfo económico se supone íntimamente ligada a la idea de felicidad. Pero lo que hace realmente felices a los seres humanos, es el contacto con otros humanos, son las relaciones humanas, aquellas que se basan en la confianza, en el placer mutuo.

¿Como podríamos criticar a aquél muchacho, y decir que fue injusto con sus padres, si sus padres lo único que le dieron es dinero? La miseria nos hace creer que el dinero todo lo puede pero nos equivocamos muchísimo. Lo que necesitamos es justicia para que nadie pueda someternos, para que seamos libres de decidir aquello que queremos.

En las ciudades como Quito, se piensa que se pueden resolver los problemas del tránsito, creando metros subterráneos como en Europa, y no se dan cuenta que en Europa, esos sistemas tampoco han resuelto el conflicto. Porque el problema comienza en el sistema económico que necesita vender siempre más automóviles para seguir fabricando otros. El problema es que a la gente ya no le gusta caminar, ya no quiere encontrarse ni estar junta, estar dentro de un carro les hace sentirse admirados, protegidos del contacto externo. La tecnología moderna, lamentablemente no nos junta, nos aisla, nos llena de aparatos que distraen nuestras vistas, nuestros oídos, nuestros pensamientos. Que nos dejan cada vez más solos, que nos deshumanizan cada vez más. Pero todos esos aparatos se mejoran y se siguen vendiendo, porque la infelicidad de la gente sigue creciendo, la soledad es cada vez más rotunda, más masiva. Niños pequeñitos crecen totalmente rodeados de aparatos, ajenos al calor humano, al contacto familiar, a los seres vivos. No, las cosas nunca nos harán felices, seguirán distrayéndonos de todo lo verdaderamente importante.

Todo aquello que hace realmente felices a los seres humanos no cuesta nada, es gratuito. Pero en el sistema en el que vivimos se nos exige hacer circular dinero para que las economías se sostengan. La gente, muy obediente, gasta y gasta y gasta tiempo y dinero para cumplir con lo establecido. Si un padre y una madre, dejan de trabajar para cuidar a sus hijos, la sociedad les critica, porque lo que ellos hacen no genera dinero y en este sistema, si no se genera dinero, lo que ellos hacen, no sirve. Pero si ese padre y esa madre contratan a alguien más para que les cuide los hijos, y ellos mismos, toman el cuidado de otros niños para ganar dinero, el sistema les felicita. Una chica murió a los diecisiete años por sobredosis de droga, luego de haberse siempre lamentado del hecho de que sus padres, ambos educadores, se ocuparan mejor de los hijos ajenos que de sus propios hijos. Si alguien decide caminar todos los días hacia su trabajo, no consumirá gasolina, no necesitará pagarse un gimnasio, ni un médico, porque su salud estará impecable. Pero en este sistema, vale más pagar gasolina, mantener el auto, visitar al médico y comprar medicamentos porque solamente así, el sistema económico funciona, porque solo así hay circulación de dinero y si en este sistema el dinero no circula, nada sirve.

No quiero parecer radical, no digo que nunca se deba utilizar un automóvil, ni ir al médico... pero en un mundo en el cual se necesita ganar dinero cada día haciendo y fabricando las mismas cosas, estar enfermo y ser dependiente resultan ser una obligación y no algo esporádico, ocasional o imprevisto.

Habría que pensar otras formas de intercambio de bienes y servicios. Algo distinto que nos permita vivir en sociedad sin competir a cada instante, sin contaminar todo el tiempo, sin criticarnos, sin compararnos, sin agredirnos, sin sentirnos menospreciados en todo momento.
¿Será que algo así es posible? ¿será que somos capaces de inventar algo distinto? 
Si el ser humano ha podido hacer avances grandiosos en ciencia y tecnología, ¿por qué resulta tan incapaz a la hora de inventar nuevos mecanismos de intercambio? ¿Por qué seguimos peleando por izquierdas y derechas, cuando al final de cuentas, a la larga, el resultado es siempre el mismo?