lunes, octubre 8

El Trabajo


El pasado viernes 5 de octubre de 2007, escuchaba en El Informativo La Clave de Radio La Luna, el debate que mantenían con Paco Velasco algunos representantes, hombres y mujeres, de las comunidades negras del Ecuador.
El debate era muy interesante. Sin embargo, algo que fue dicho me ha marcado muchísimo pues ha tocado un punto que hace algunas semanas da vueltas en mi cabeza.

Una de las invitadas contaba lo siguiente: un día había visto y escuchado en la televisión, a una niña de una comunidad negra responderle a un entrevistador que lo que quería ser de grande era “cocinera”. La mujer invitada en el programa dijo ésto en tono alarmante. ¡Cómo puede ser posible que esos sean los referentes! —Fue su comentario.
¿Qué es tan grave de querer ser “cocinera” cuando sea grande? ¿Quién tiene el referente negativo: la niña que quiere ser cocinera o la mujer que piensa que ser cocinera es negativo?

Hace poco había comenzado a escribir un texto al que había titulado: ¿Y si todos los trabajos valiesen lo mismo? Creo que ahora vale la pena retomar el tema:

Esta mañana al volver del bosque, he saludado como de costumbre con los obreros. Digo, como de costumbre, porque muy temprano en la mañana, cuando salgo a trotar, suelo cruzar al hombre que barre la plaza, los trabajadores que recogen la basura, los obreros que modifican las veredas, reparan las calles, etc. Fue entonces que surgió en mí esta pregunta ¿por qué no se valoran igual todos los trabajos?

Todos los trabajadores que encuentro en la mañana, siempre me saludan con una gran sonrisa. No me parecen infelices; creo que aman lo que hacen. A veces los obreros sudan y se nota que hacen grandes esfuerzos físicos; yo también estoy sudando y tan colorada como ellos. Ellos tienen cuerpos fuertes, brazos musculosos y no necesitan preocuparse por pagar un gimnasio pues su trabajo les permite mantener sus cuerpos ejercitados.

Lo que quiero decir, es que me parece muy triste que en las sociedades actuales los únicos oficios que son reconocidos socialmente son aquellos que pasan por los diplomas, las universidades y las oficinas. Estoy de acuerdo con que la gente debe educarse, debe leer, saber criticar, cuestionarse, debatir. Pero no creo que el mundo pueda seguir su marcha si en él solamente existen doctos y letrados, médicos, abogados, maestros, gerentes, en fin.

Cada oficio es sumamente importante para toda sociedad. ¿Qué comeríamos si no supiésemos cocinar? ¿Existirían restaurantes si no hubiesen cocineras? ¿Por qué la niña que quería ser cocinera tenía un referente negativo según la mujer entrevistada? Quizás su madre es cocinera y ese es su referente ¿No es acaso positivo que su referente sea su madre? Lo importante sería darle un valor equivalente a cada oficio y a cada profesión. Un médico no tiene porqué ser superior a un albañil. El albañil tiene que saber lo que hace a la hora de construir porque de su trabajo depende que una edificación se mantenga en pie o que caiga. ¿No es esto muy importante?

Conozco a un hombre que pronto cumplirá 60 años. Su padre trabajaba en la construcción, era albañil. Algunos de sus hijos comenzaron con él en este oficio. El hombre del que les hablo, adquirió muchísima experiencia y llegó a formar su propia empresa. Ahora es lo que creo se llama Maestro en la construcción, tiene gente que trabaja para él. Su casa es enorme (cinco pisos a desnivel con jardín y piscina) y muy bonita, pues él mismo la ha construido. No es un arquitecto, no es un ingeniero, es un albañil. Este hombre es francés y vive en Francia.

Es cierto que he encontrado mucha gente en Francia que guarda la misma idea errónea al valorar ciertos oficios. Sin embargo, en esta sociedad, existen muchos ejemplos como el que he dado, de gente que ha tenido éxito económico y social gracias a su trabajo y no a sus muchos diplomas.

Lo que me llama siempre la atención cuando escucho a la gente de mi país, es su gran idolatría por los diplomas. Mientras más diplomas y títulos alguien puede decir que tiene, mejor parece que es.

En la sociedad francesa se está discutiendo mucho al respecto de los diplomas. Pues muchos jóvenes creen que van a encontrar empleo y buenos salarios gracias a sus diplomas. Y el desempleo es un enorme problema en Francia. Durante las pasadas elecciones presidenciales, uno de los puntos en el debate era la revaloración del trabajo. Los campos se vacían, la gente ya no quiere cultivar ni trabajar la tierra; las ciudades están repletas, hay demasiada concentración de gente que sueña con ser empleada para lograr el éxito económico y la aceptación social.

¿Qué vamos a hacer cuando todos los campos se hayan quedado vacíos? ¿qué comeremos? ¿qué será de nuestra salud repleta de alimentos procesados? ¿Por qué ya no nos gusta el campo? ¿por qué ya no sabemos apreciar los productos frescos tan saludables?

Me parece que el problema del desempleo resulta de una doctrina social que glorifica ciertos oficios y condena muchos otros. Esto se refleja en la paga, es cierto, pero sobretodo en la apreciación de la gente. Mucha gente obrera, campesina, lucha para dar a sus hijos un futuro mejor. Ese futuro “mejor” es soñado en grandes escuelas, con grandes diplomas, con cargos importantes en empresas destacadas. ¿Por qué el trabajo de oficina parece mejor que el trabajo en el campo, el trabajo en las calles, el trabajo físico, en las construcciones o en el taller?

Desde hace poco trato de imaginar una sociedad en la cual la gente elija su profesión u oficio por gusto, por amor a dicha tarea y no en función de la paga ni de la aceptación social. Un mundo en el cual, cualquiera fuese el oficio, cada persona recibiría la misma paga. El sueldo debería estar ligado al tiempo invertido en el trabajo y no a las leyes del mercado. Toda persona debería tener el derecho de ganar bien, de ganar lo justo, aquello que le permita realizarse humanamente. Me parece que la justicia social debería estar basada en una justa remuneración de todo trabajo, en la justa valoración de cada oficio.

Cada oficio implica ciertos conocimientos, cada conocimiento es muy valioso. ¿Dónde podría vivir el médico si no hubiese un obrero que construyera su casa? ¿con qué se vestirían los y las ejecutivas, si no hubiesen personas cortando y cosiendo sus trajes?

La gente suele ser muy miope y poco analítica. Mira lo que llevas, lo que está sobre tu cabeza, dónde caminas, lo que escuchas, lo que lees, lo que comes; hay muchísima gente trabajando para que tu vida sea como es ¿por qué solo darle valor a tan pocas cosas si todo resulta indispensable? Todos los oficios son útiles, muy útiles, unos y otros. Comencemos a valorar el trabajo de una manera más justa.