Por
Ana
Grace Avilés Martínez
Máster
y Estudios Doctorales en Antropología de la Universidad Sorbona
Nueva de París
Comunicadora para el Desarrollo de la Universidad Politécnica
Salesiana de Quito
Desde
la perspectiva de la Comunicación para el Desarrollo, el uso del
formato de cine documental como medio de interacción entre grupos
humanos, presenta varias alternativas. El lenguaje se establece al
interior de grupos humanos a través de un consenso, convirtiéndose
de tal forma en el medio por el cual se crean y se establecen tipos
de relaciones sociales. En el uso corriente y al interior de las
ciencias sociales, el lenguaje suele ser considerado de modo
utilitario como si no fuese capaz de crear un tipo u otro de realidad
por sí mismo. Si pensamos el lenguaje como una mediación podemos
entender que no sólo sirve para entablar relaciones sociales sino
además para darles una u otra forma. El consenso social se hace
evidente cuando un grupo no es numeroso porque el contexto que
comparten los receptores del mensaje puede ser aproximadamente el
mismo gracias a la simultaneidad en el momento de la interacción. Se
puede afirmar que hay cierta uniformidad en la recepción de la
información y en la forma en la cual los receptores le dan sentido
porque todo está sucediendo dentro de contexto e historias
similares. De esta forma, compartir un mito resulta posible.(1)
Es
difícil concebir el consenso necesario para lograr comunicación, y
por ende para establecer interacciones sociales, si pensamos en
nuestras sociedades física, geográfica e históricamente
fraccionadas y distantes. Pese a la distancia y al fraccionamiento se
habla de comunidad global; gracias a las tecnologías de comunicación
contemporáneas que permiten la simultaneidad en la emisión y en la
recepción no sólo de mensajes sino de objetos varios, se ha ido
generando un referente histórico casi homogéneo en todo el Planeta.
La globalización que no es sino una forma actual de imperio, recrea
los métodos ancestrales de reducción social con el fin de lograr el
consenso y por ende, mantener el control sobre las relaciones y los
modos de intercambio. Podemos decir entonces que uno de los roles de
los medios masivos de comunicación, ha sido el de reducir la
sociedad a un grupo de consumidores globales. Los medios de
comunicación masiva logran establecer cierto consenso a nivel
planetario, reduciendo un grupo –tan vasto como es el que cubre el
Planeta Tierra– en consumidores y/o agentes de mercado. ¿Cuál es
el consenso que se ha logrado gracias a la interacción globalizada?
¿cuáles han sido los mitos que se han transmitido y enraizado al
interior de nuestras sociedades mundializadas y de mercado? ¿que
mito comparten la mayoría de nuestros contemporáneos?
El
término economía proviene del griego oikos (casa) y
nomos (ley), lo que significa en Grecia: economía doméstica.
El desarrollo de la economía como esfera independiente terminará
por hacer desaparecer la idea de economía doméstica que hoy por hoy
se considera improductiva. La palabra riqueza en principio había
significado poder,
pero en el sentido de la creatividad y no de la dominación. A través
de la historia, el término riqueza ha tenido muchas acepciones:
poder político, importancia social, posesión de objetos denominados
tesoros, valor intrínseco o en función de las satisfacciones que
brinda, etc. Esta pluralidad de conceptos ha ido poco a poco
concentrándose en: el conjunto de bienes y de servicios producidos
por las empresas y las administraciones públicas, a nivel de país
y, en abundantes ingresos monetarios y posesiones materiales, a nivel
personal. Un país puede poseer un patrimonio natural, cultural y
social, pero si no lo explota en el sentido de intercambios
monetarios y de mercado, ese país será considerado pobre; un país
que explota, degrada, destruye su patrimonio es considerado como rico
siempre y cuando esas dinámicas generen intercambios comerciales y
crecimiento monetario. Durante mucho tiempo fueron filósofos quiénes
trataron de definir lo que debía ser considerado riqueza, luego los
economistas les tomaron la posta. La idea de riqueza social como
resultado de lo que se produce y de riqueza como utilidad, conducirán
a establecer el PIB como indicador central de riquezas en el siglo
XX. Ese Producto Interno Bruto cataloga ricas a las naciones que
producen e intercambian bienes y servicios para el consumo; todo tipo
de trabajo social, de asistencia o voluntariado no entra en las
cuentas del PIB y, cuando ese tipo de labores hacen parte de las
cuentas, resultan contrarios al crecimiento. Esta idea de riqueza es
generalmente tomada como evidencia, cuando vista desde otras
perspectivas resulta profundamente fantástica puesto que en ella no
se toman en cuenta necesidades realmente humanas, sociales,
naturales, ni siquiera económicas, si consideramos la economía en
su sentido original.(2)
Para
lograr la vida en sociedad, los integrantes de un grupo necesitan
ponerse de acuerdo en cada uno de los detalles que hacen posible el
desenvolvimiento individual y colectivo. Vivir en sociedad denota
entrar en acuerdos, lograr consensos, establecer prioridades,
implicarse, compartir, ceder o imponerse. Para lograr dichos acuerdos
se necesita comunicación, relación, intercambio; lo cual conlleva
compartir conceptos sobre las cosas, sobre lo que sucede y cómo
suceden las cosas en el mundo. Lograr tales acuerdos resulta
complicado por diversos factores por eso es que el uso del mito ha
sido históricamente necesario al interior de las sociedades humanas.
El mito será usado siempre que un grupo social pretenda establecer
acuerdos que permitan mantener su cohesión y su vigencia sin
autocuestionamiento, ni búsqueda de cambios profundos en los modos
de ver las cosas y de vivirlas. Vemos así el mito como una
explicación de los hechos y de los fenómenos del mundo basados en
afirmaciones dogmáticas, superficiales, carentes de argumentos
sólidos, autocríticos y profundos. El juicio crítico sobre sí
mismo, sobre sí misma, supone tomar distancia de las propias
certezas, significa poner los propios conceptos en duda; buscar
significados sólidos implica cuestionarlo todo pero también
compromete buscar respuestas. La única manera real de desarrollar
todas nuestras posibilidades es aceptando las propias limitaciones.
El
mito se ha hecho indispensable para explicar lo desconocido, para
lograr concebir lo inconcebible. Se debe ver entonces al mito como el
cierre del sistema social: una respuesta a las preguntas que fundan
la coherencia mental de un grupo. El mito es el garante de dicha
coherencia.(3) Esta manera de buscar
respuestas para explicar lo que sucede y cómo sucede, ha tomado
formas muy variadas y hasta fantásticas al interior de cada grupo.
El mito toma forma, tiene cabida y funciona como respuesta al temor
que vuelve vulnerables a los miembros de un grupo. “El problema
fundamental del mito en las sociedades es la relación entre un
cierto tipo de individuos y ciertas exigencias del grupo (…) una
situación en la que todos los protagonistas han encontrado sus
lugares (...) entrando así en un orden sobre el cual (al parecer) no
acechan ya amenazas... Que la mitología no corresponda a una
realidad objetiva no tiene importancia: la gente cree en ella y esa
gente hace parte de un grupo social que cree en la misma mitología
(...) todos hacen parte de un sistema coherente que funda la
concepción de cierto universo. Por lo tanto, lo importante no es que
un mito sea falso o verdadero, lo que importa es que exista un
acuerdo entre las personas que comparten el mito. (…) La vergüenza,
sentimiento social por excelencia, es el desvanecimiento de dicho
consenso social hacia otro sistema.”(4)
El
mito garantiza sin duda alguna la cohesión de un grupo y el
mantenimiento del orden establecido porque no deja lugar al suspenso,
es una manera de explicar lo que sucede y porqué sucede. Al interior
de una tribu, la creencia en un mito parece factible puesto que las
críticas que provienen del exterior no afectan el funcionamiento ni
los roles al interior del grupo, incluso si el mito parece del
exterior fantástico o improbable. Muchos intelectuales, científicos
y otros tantos actores y actrices de las sociedades contemporáneas,
no pueden aceptar que en sus sociedades el uso y la creencia en mitos
sea posible porque suponen que la apertura al mundo y a lo que sucede
es la misma en todos los casos y para todos los integrantes de las
sociedades modernas, gracias a la educación obligatoria
institucionalizada y a los medios de comunicación y de tecnología;
y afirman que junto a lo que llaman “realidad” el mito no tiene
cabida. Los métodos científicos suelen ser usados para dar
conceptos y justificar la idea de una realidad objetiva, sin embargo:
“Puede ser que un día descubramos que la misma lógica funda el
pensamiento mítico y el pensamiento científico... el lugar en el
que se ha desarrollado la idea mítica de progreso no habrá sido la
conciencia sino el mundo, en el cual una humanidad dotada de
facultades constantes se habrá encontrado continuamente, en el curso
de su larga historia, con objetos distintos.”(5)
Estableciendo, imponiendo y controlando el orden social a través del
uso de mitos.
El
pensamiento crítico y la apertura de la mente y del espíritu se
construyen desde el principio de la vida humana. La educación, al
interior de las familias, es la que da la primera forma a la esencia
del individuo.(6) La educación de las
pequeñas y pequeños, está a cargo de todo el grupo en el interior
de las sociedades tribales; los niños y niñas de las sociedades
modernas concentradas sobretodo en las capitales y grandes ciudades
del mundo, son por el contrario, educados primero y principalmente
por los televisores. Estos aparatos que no permiten el intercambio
directo, ni la interacción social, han ido formando generaciones de
seres apáticos y conformes. El rol “educativo” del televisor
continua a lo largo de toda la vida de los seres que en él han
depositado su confianza, tal como alguna vez en su infancia, sus
madres y/o padres también lo hicieron puesto que les dejaron al
cuidado de ellos. Las instituciones educativas mantienen el mismo
tipo de educación vertical, en dónde no existe interacción ni
apertura sino sometimiento y obediencia. Estas no son realidades
exclusivas a la educación de países en desarrollo y el caso Francés
da mucho para analizar puesto que los modelos europeos y del “primer
mundo” son el referente por excelencia. Si el espíritu crítico ha
logrado sobrevivir a todo este formateo social, suele suceder
–desgraciadamente no en todos los casos– que en el momento
universitario se encuentren al fin, formas distintas de percibir y de
vivir las cosas en el mundo. Pero ¿cómo lograr abrirse al mundo y a
la multiplicidad de realidades, cuando cada medio de intercambio está
saturado de la misma información, de las mismas imágenes, de los
mismos discursos?
La
red de Internet nos ha hecho creer que por fin podremos liberarnos de
muchos de los dogmas sociales, creando nuevas redes de interacción
ciudadana; pero la sobre carga de información mantiene las cosas
como siempre han estado: quiénes tienen y tratan de mantener sus
espíritus abiertos, encuentran respuestas al interior de la red, el
resto sigue mirando y creyendo en lo que siempre les han dicho.
Cuestionar implica desmoronar una cierta coherencia mental y ésto
puede ser dramático; el ser humano teme la locura, el desequilibrio,
le tiene pánico al ridículo, fobia al rechazo. “La vergüenza,
sentimiento social por excelencia, es el desvanecimiento del consenso
social hacia otro sistema.”(7) Para
construir otro sistema, es decir, para formar comunidades
alternativas hay que comprender que no es único quién vive distinto
y concibe las cosas de modos diferentes. Pero ¿cómo abrir puentes
entre los seres del mundo que buscan y/o viven el cambio? ¿cómo
salir del aislamiento e integrar comunidades alternativas?
El
cine documental concentra una técnica poderosa porque puede
transformar las cuestiones políticas en experiencias de emoción
popular y eso no es despreciable. Durante la mitad de los años
sesenta, se vio en el cine del mundo un renacimiento del género
documental, las películas tenían sus raíces en contextos
históricos concretos en dónde las acciones expresaban los
conflictos sociales de la década y en algunos casos, del siglo. El
género documental aspiró a fortalecer su arte en la protesta
implícita, explorando el pasado para dar otro sentido a la historia,
sentido que ha debido confrontarse contra la mistificación de la
política.(8) En la era de la
mundialización, la creación popular no logra tener la repercusión
global que tienen por su parte los productos culturales de la
sociedad de mercado; en los productos de consumo, el sentido dado a
la historia no sirve para desmitificar las políticas mundiales sino
que al contrario, las refuerzan. Es aquí donde el rol del
comunicador social se vuelve indispensable; en su búsqueda por abrir
y establecer nuevos espacios de discusión y de debate, debe mantener
su espíritu crítico, de análisis frente a los mensajes que los
documentales transmiten pues todo discurso presenta la perspectiva de
sus autores y esa perspectiva debe enriquecer el debate, no cerrarlo.
En
el mundo entero están sucediendo cosas muy importantes, la red está
llena de historias que pueden probar que los cambios han sido y están
siendo posibles.(9) Pero la sobrecarga de
información y la prisa de la vida, limitan los momentos de reflexión
y de escucha. En la construcción de proyectos por el cambio es
necesario comenzar por comprender y expresar en palabras e imágenes
lo que significa desarrollo, qué concebimos por riqueza, qué
cambios estamos buscando, proponiendo. Para este efecto el uso de
documentales puede resultar enriquecedor pero no debe ser exclusivo.
Indices, documental de Vincent Glenn, 2011, proporciona elementos
para comprender: cómo, dónde, cuándo y quién propuso
académicamente que la riqueza consistía en la acumulación. Indices
muestra parte del debate mundial que se ha generado en torno a la
construcción de nuevos indicadores de riqueza siguiendo el trabajo
del FAIR, Foro por otros indicadores de riqueza, colectivo mundial
que busca en la participación ciudadana, otras ideas de riqueza,
otras formas de medirla.(10)
Existen
dos maneras de mantener la vigencia de un mito: la una es de modo
positivo, creyendo en el mito; la otra es de modo negativo es decir,
estando en contra. La única manera de romper el mito es dejando de
creer en él. Cuestionar el mito, cuestionar la idea central que
funda un cierto tipo de sociedad puede liberarnos de la creencia y
empujarnos a crear otros sistemas. Cuestionar los indicadores de
riqueza actuales, significa contrarrestar las prioridades que
definen. Privilegiando la participación activa de toda la ciudadanía
se puede construir una forma diferente de democracia. Cada grupo
humano debe ser partícipe de su propio cambio, los proyectos deben
surgir del interior de las comunidades puesto que son ellas quiénes
conocen mejor que nadie sus necesidades, sus valores y sus puntos
débiles. El PIB ha sido usado durante ya mucho tiempo para evaluar
la riqueza y el progreso de las sociedades y ha sido medido siempre
por “expertos”; construir nuevos indicadores de bienestar,
concebir otro tipo de progreso, implica participación ciudadana. El
proyecto Bogotá ¿cómo vamos? iniciado en 1998 tuvo como
objetivo medir la calidad de vida de los habitantes de la capital
colombiana y contó con una gran participación popular. Impulsado
primero por la sociedad civil, fue sostenido por la cámara de
comercio de Bogotá, la casa editorial El Tiempo y la fundación
Corona. Luego, y en consecuencia de su éxito, esta iniciativa se
extendió a otras ciudades como Medellín y Cali, y otras ciudades en
otros países de Sudamérica como Sao Paulo y Río de Janeiro.(11)
Entender
que la acumulación no es riqueza ha animado a mucha gente en el
mundo a crear modos de interacción alternativos basados en la
cohesión social, en la armonía, en el respeto, en el diálogo.(12)
El banco del tiempo en Chile es un buen ejemplo: en algunos sectores
de la población, organismos sociales implantaron este sistema de
intercambio para que la gente no cuente su trabajo en dinero sino en
tiempo, eliminando de tal forma la escala de valores entre oficios.
De este modo, todo lo que implica tiempo y esfuerzo humano es
considerado de modo equivalente. Este tipo de iniciativa en Francia
se conoce como SEL, Système d'Échange
Local,
Sistema de Intercambio Local, en dónde la moneda de intercambio no
sólo es el tiempo sino el valor afectivo o de interés real que un
objeto pueda presentar. La particularidad del sistema de intercambio
local en Francia es que surge de iniciativas populares, no de
organismos. En el sector de Tumbaco en el Ecuador, existen los
Guardianes de Semillas (www.redsemillas.org) gente que da valor al
rol ancestral del campesinado: en la cohesión social, la
alimentación, el trato respetuoso de la tierra, la transmisión de
valores de cooperación, de humildad frente a la sabiduría de la
naturaleza. Los guardianes de semillas en Francia
(www.kokopelli-semences.fr)
se agrupan en el movimiento Kokopellí. Una leyenda andina cuenta
que, en un gran incendio forestal y mientras huían todos los
animales, un pequeño colibrí incansable llevaba agua en su pequeño
y largo pico para tratar de apagar el incendio. Frente a la burla de
todos, el colibrí no se rinde y responde: “cada quién debe hacer
lo que esté a su alcance”. Esa leyenda muy sabia que sale de
tierras andinas, inspiró al Movimiento Colibrí de Francia
(www.colibris-lemouvement.org)
que
trabaja para sacar a la luz todas las iniciativas que la sociedad
civil está poniendo en práctica para crear modos alternativos de
vida, fuera del mito de la productividad y de la acumulación de
riquezas materiales.
Entender
que vivir de otros modos es posible nos puede ayudar a comprender que
la supervivencia de nuestra especie se basa en la cooperación y no
en la competencia, lo cual supone responsabilidad individual y
colectiva, mas no sometimiento a la tecnología, ni a las máquinas
modernas; no hay nada que dé mayor satisfacción a los seres humanos
que el trabajo en equipo por el bien común. Aprender a valorar de
modo equitativo cada uno de los oficios y tareas que desempeñan, la
gente y los miembros de un grupo humano y social, puede liberarnos de
otro gran mito que sustenta la concepción de sociedades
jerarquizadas: la meritocracia.
Pretender
que una sociedad, que premia la excelencia académica, es una
sociedad justa, es emplear veneno como medicina porque la competencia
genera injusticia, inclusive y sobretodo si se trata del mundo de la
academia. Toda exclusión genera violencia, cuando una sociedad
premia a unos pocos, menosprecia a muchos otros. Un sistema que
genera élites, inculca desconfianza, antipatía, violencia. Si las
ciudades están llenas de agresividad, si la gente se empuja, si los
conductores luchan siempre por ir más rápido, por llegar primeros,
es porque desde pequeños fueron educados a ser rivales, a luchar por
tener los primeros puestos. Una sociedad justa no puede y no debe
crear élites, ni dar premios; una sociedad justa debe valorar el
trabajo en equipo, la honestidad, la humildad, la reciprocidad, el
respeto, la diferencia, lo auténtico y permitir el intercambio
equilibrado entre todos sus miembros. Estudiosos e intelectuales
franceses afirman que las notas y las clasificaciones son una
obsesión a la francesa y que sin embargo, en los resultados de las
evaluaciones a nivel de Europa, es Finlandia quien saca el primer
lugar, mientras Francia obtiene el último puesto. En Finlandia se
comienza a calificar a partir de los 11 años, es decir al comenzar
la secundaria. Sin embargo, muchos expertos dicen que comenzar a
calificar a los estudiantes en esta etapa de gran cambio es aún
discutible porque para aprender, las notas no son necesarias; las
notas, afirman, deberían llegar en los tres últimos años de
estudios secundarios cuando los estudiantes necesitan algún tipo de
referente en la búsqueda de vías profesionales. Todos los estudios
hechos desde hace más de cincuenta años han demostrado que no
existe objetividad alguna a la hora de calificar: un mismo examen
corregido por 50 maestros y/o maestras, recibe notas muy variadas, lo
que cabe recalcar es que esas variaciones dependen mucho del estatus
escolar y hasta social de los estudiantes, lo cual demuestra que los
prejuicios orientan las calificaciones. El objetivo de calificar a
los estudiantes de la escuela primaria durante el siglo XIX y hasta
principios del XX era el de darles un estatus dentro de la sociedad
puesto que el certificado de estudios primarios permitía entonces la
entrada a la vida profesional. La meritocracia republicana francesa
que siempre se ha supuesto “severa pero justa”, lo que en
realidad busca es clasificar a sus miembros en la jerarquía
social.(13) Para hacer progresar a los
estudiantes no se necesita clasificarles, al contrario, poner
etiquetas conduce a los seres humanos a comportarse tal cual los
otros dicen que deben ser sus comportamientos.(14)
El sistema es elevadamente elitista en Francia y se busca formatear
esta élite desde la primaria. El resultado es que dentro de los
estudios internacionales, los estudiantes franceses son quiénes
sacan las notas más bajas; por ejemplo, frente a una pregunta, un
estudiante francés no osará responder, incluso conociendo la
respuesta, por el gran temor que tiene a equivocarse.(15)
Y pese a estas profundas deficiencias del sistema de educación
Francés, al interior de los “países en desarrollo” suele ser el
ejemplo a seguir.
Crear
nuevas formas de socialización implica cuestionarse también sobre
aquello que llamamos educación. Supone eliminar la obediencia para
transformarla en escucha, en respeto mutuo, porque en el acto de
educar, el educador también aprende. Esto merece ser parte de la
pedagogía de la carrera, puesto que la Comunicación para el
Desarrollo es generadora de interacciones humanas y puente de enlace
entre disciplinas.
- Pierre-Yves Jacopin, Seminarios de Masterado: “Symbole, Langage et Parole”, IHEAL, Paris 2001.
- Domique Méda, “Qu'est-ce que la richesse ?” Ed. Aubier, 1999. “Au-delà du PIB. Pour une autre mesure de la richesse”, Ed. Flammarion, 2008.
- Claude Lévi-Strauss, “Anthropologie Structurale”, Ed. Agora Pocket, Plon 1958, 1974.
- C. Lévi-Strauss, 1958: 226
- C. Lévi-Strauss, 1958: 265.
- Catherine Vidal, Neurobióloga: Investiga las relaciones entre ciencias y sociedad cuestionando el determinismo biológico. “Le cerveau évolue-t-il au cours de la vie ?”, Ed. Le Pommier, 2010. “Cerveau, sexe et pouvoir”, Ed. Belin, 2005, “Féminin/Masculin : mythes et idéologie”, Ed. Belin, 2006, “Hommes, femmes : avons-nous le même cerveau ?” Le Pommier, 2007, “Cerveau, sexe et liberté”, Ed. Gallimard/CNRS, 2007, “Notre société n’aime t-elle plus ses enfants ?”, Albin Michel, 2009.
- C. Lévi-Strauss, 1958: 226
- Daniel Geffner y James Wilkie, “Cinemalore: State of Siege as a Case Study” Journal of Latin American Lore. UCLA, vol. 2, No.2, 1976: 226.
- En Rajastán, India, la Escuela de Descalzos, “Barefoot College”, prepara mujeres y hombres del campo para ser ingenieros solares, artesanos, dentistas, médicos... en sus propias aldeas. Su fundador Sanjit “Bunker” Roy lo explica en éste enlace: www.ted.com/talks/lang/es/bunker_roy.html
- Michel Renault, “La Richesse Autrement”, Alternatives Economiques, Hors Série No. 48, Marzo 2011.
- De este tipo de iniciativas trata el documental francés “Soluciones Locales para un Desorden Global”, Coline Serreau, Francia 2009.
- Pierre Merle, “Les notes, secrets de fabrication”, Ed. Puf, 2007.
- Sylviane Giampino y Catherine Vidal, “ Nos enfants sous haute surveillance : évaluations, dépistages, médicaments...” Ed. Albin Michel, 2009.
- Serge Hefez, Psiquiatra y Psicoanalista: www.franceinter.fr/emission-service-public-les-notes-a-l-ecole-une-passion-francaise