lunes, mayo 28

¿Cómo formar o integrar comunidades alternativas?



Por
Ana Grace Avilés Martínez

Máster y Estudios Doctorales en Antropología de la Universidad Sorbona Nueva de París
Comunicadora para el Desarrollo de la Universidad Politécnica Salesiana de Quito

Desde la perspectiva de la Comunicación para el Desarrollo, el uso del formato de cine documental como medio de interacción entre grupos humanos, presenta varias alternativas. El lenguaje se establece al interior de grupos humanos a través de un consenso, convirtiéndose de tal forma en el medio por el cual se crean y se establecen tipos de relaciones sociales. En el uso corriente y al interior de las ciencias sociales, el lenguaje suele ser considerado de modo utilitario como si no fuese capaz de crear un tipo u otro de realidad por sí mismo. Si pensamos el lenguaje como una mediación podemos entender que no sólo sirve para entablar relaciones sociales sino además para darles una u otra forma. El consenso social se hace evidente cuando un grupo no es numeroso porque el contexto que comparten los receptores del mensaje puede ser aproximadamente el mismo gracias a la simultaneidad en el momento de la interacción. Se puede afirmar que hay cierta uniformidad en la recepción de la información y en la forma en la cual los receptores le dan sentido porque todo está sucediendo dentro de contexto e historias similares. De esta forma, compartir un mito resulta posible.(1)

Es difícil concebir el consenso necesario para lograr comunicación, y por ende para establecer interacciones sociales, si pensamos en nuestras sociedades física, geográfica e históricamente fraccionadas y distantes. Pese a la distancia y al fraccionamiento se habla de comunidad global; gracias a las tecnologías de comunicación contemporáneas que permiten la simultaneidad en la emisión y en la recepción no sólo de mensajes sino de objetos varios, se ha ido generando un referente histórico casi homogéneo en todo el Planeta. La globalización que no es sino una forma actual de imperio, recrea los métodos ancestrales de reducción social con el fin de lograr el consenso y por ende, mantener el control sobre las relaciones y los modos de intercambio. Podemos decir entonces que uno de los roles de los medios masivos de comunicación, ha sido el de reducir la sociedad a un grupo de consumidores globales. Los medios de comunicación masiva logran establecer cierto consenso a nivel planetario, reduciendo un grupo –tan vasto como es el que cubre el Planeta Tierra– en consumidores y/o agentes de mercado. ¿Cuál es el consenso que se ha logrado gracias a la interacción globalizada? ¿cuáles han sido los mitos que se han transmitido y enraizado al interior de nuestras sociedades mundializadas y de mercado? ¿que mito comparten la mayoría de nuestros contemporáneos?

El término economía proviene del griego oikos (casa) y nomos (ley), lo que significa en Grecia: economía doméstica. El desarrollo de la economía como esfera independiente terminará por hacer desaparecer la idea de economía doméstica que hoy por hoy se considera improductiva. La palabra riqueza en principio había significado poder, pero en el sentido de la creatividad y no de la dominación. A través de la historia, el término riqueza ha tenido muchas acepciones: poder político, importancia social, posesión de objetos denominados tesoros, valor intrínseco o en función de las satisfacciones que brinda, etc. Esta pluralidad de conceptos ha ido poco a poco concentrándose en: el conjunto de bienes y de servicios producidos por las empresas y las administraciones públicas, a nivel de país y, en abundantes ingresos monetarios y posesiones materiales, a nivel personal. Un país puede poseer un patrimonio natural, cultural y social, pero si no lo explota en el sentido de intercambios monetarios y de mercado, ese país será considerado pobre; un país que explota, degrada, destruye su patrimonio es considerado como rico siempre y cuando esas dinámicas generen intercambios comerciales y crecimiento monetario. Durante mucho tiempo fueron filósofos quiénes trataron de definir lo que debía ser considerado riqueza, luego los economistas les tomaron la posta. La idea de riqueza social como resultado de lo que se produce y de riqueza como utilidad, conducirán a establecer el PIB como indicador central de riquezas en el siglo XX. Ese Producto Interno Bruto cataloga ricas a las naciones que producen e intercambian bienes y servicios para el consumo; todo tipo de trabajo social, de asistencia o voluntariado no entra en las cuentas del PIB y, cuando ese tipo de labores hacen parte de las cuentas, resultan contrarios al crecimiento. Esta idea de riqueza es generalmente tomada como evidencia, cuando vista desde otras perspectivas resulta profundamente fantástica puesto que en ella no se toman en cuenta necesidades realmente humanas, sociales, naturales, ni siquiera económicas, si consideramos la economía en su sentido original.(2)

Para lograr la vida en sociedad, los integrantes de un grupo necesitan ponerse de acuerdo en cada uno de los detalles que hacen posible el desenvolvimiento individual y colectivo. Vivir en sociedad denota entrar en acuerdos, lograr consensos, establecer prioridades, implicarse, compartir, ceder o imponerse. Para lograr dichos acuerdos se necesita comunicación, relación, intercambio; lo cual conlleva compartir conceptos sobre las cosas, sobre lo que sucede y cómo suceden las cosas en el mundo. Lograr tales acuerdos resulta complicado por diversos factores por eso es que el uso del mito ha sido históricamente necesario al interior de las sociedades humanas. El mito será usado siempre que un grupo social pretenda establecer acuerdos que permitan mantener su cohesión y su vigencia sin autocuestionamiento, ni búsqueda de cambios profundos en los modos de ver las cosas y de vivirlas. Vemos así el mito como una explicación de los hechos y de los fenómenos del mundo basados en afirmaciones dogmáticas, superficiales, carentes de argumentos sólidos, autocríticos y profundos. El juicio crítico sobre sí mismo, sobre sí misma, supone tomar distancia de las propias certezas, significa poner los propios conceptos en duda; buscar significados sólidos implica cuestionarlo todo pero también compromete buscar respuestas. La única manera real de desarrollar todas nuestras posibilidades es aceptando las propias limitaciones.

El mito se ha hecho indispensable para explicar lo desconocido, para lograr concebir lo inconcebible. Se debe ver entonces al mito como el cierre del sistema social: una respuesta a las preguntas que fundan la coherencia mental de un grupo. El mito es el garante de dicha coherencia.(3) Esta manera de buscar respuestas para explicar lo que sucede y cómo sucede, ha tomado formas muy variadas y hasta fantásticas al interior de cada grupo. El mito toma forma, tiene cabida y funciona como respuesta al temor que vuelve vulnerables a los miembros de un grupo. “El problema fundamental del mito en las sociedades es la relación entre un cierto tipo de individuos y ciertas exigencias del grupo (…) una situación en la que todos los protagonistas han encontrado sus lugares (...) entrando así en un orden sobre el cual (al parecer) no acechan ya amenazas... Que la mitología no corresponda a una realidad objetiva no tiene importancia: la gente cree en ella y esa gente hace parte de un grupo social que cree en la misma mitología (...) todos hacen parte de un sistema coherente que funda la concepción de cierto universo. Por lo tanto, lo importante no es que un mito sea falso o verdadero, lo que importa es que exista un acuerdo entre las personas que comparten el mito. (…) La vergüenza, sentimiento social por excelencia, es el desvanecimiento de dicho consenso social hacia otro sistema.”(4)

El mito garantiza sin duda alguna la cohesión de un grupo y el mantenimiento del orden establecido porque no deja lugar al suspenso, es una manera de explicar lo que sucede y porqué sucede. Al interior de una tribu, la creencia en un mito parece factible puesto que las críticas que provienen del exterior no afectan el funcionamiento ni los roles al interior del grupo, incluso si el mito parece del exterior fantástico o improbable. Muchos intelectuales, científicos y otros tantos actores y actrices de las sociedades contemporáneas, no pueden aceptar que en sus sociedades el uso y la creencia en mitos sea posible porque suponen que la apertura al mundo y a lo que sucede es la misma en todos los casos y para todos los integrantes de las sociedades modernas, gracias a la educación obligatoria institucionalizada y a los medios de comunicación y de tecnología; y afirman que junto a lo que llaman “realidad” el mito no tiene cabida. Los métodos científicos suelen ser usados para dar conceptos y justificar la idea de una realidad objetiva, sin embargo: “Puede ser que un día descubramos que la misma lógica funda el pensamiento mítico y el pensamiento científico... el lugar en el que se ha desarrollado la idea mítica de progreso no habrá sido la conciencia sino el mundo, en el cual una humanidad dotada de facultades constantes se habrá encontrado continuamente, en el curso de su larga historia, con objetos distintos.”(5) Estableciendo, imponiendo y controlando el orden social a través del uso de mitos.

El pensamiento crítico y la apertura de la mente y del espíritu se construyen desde el principio de la vida humana. La educación, al interior de las familias, es la que da la primera forma a la esencia del individuo.(6) La educación de las pequeñas y pequeños, está a cargo de todo el grupo en el interior de las sociedades tribales; los niños y niñas de las sociedades modernas concentradas sobretodo en las capitales y grandes ciudades del mundo, son por el contrario, educados primero y principalmente por los televisores. Estos aparatos que no permiten el intercambio directo, ni la interacción social, han ido formando generaciones de seres apáticos y conformes. El rol “educativo” del televisor continua a lo largo de toda la vida de los seres que en él han depositado su confianza, tal como alguna vez en su infancia, sus madres y/o padres también lo hicieron puesto que les dejaron al cuidado de ellos. Las instituciones educativas mantienen el mismo tipo de educación vertical, en dónde no existe interacción ni apertura sino sometimiento y obediencia. Estas no son realidades exclusivas a la educación de países en desarrollo y el caso Francés da mucho para analizar puesto que los modelos europeos y del “primer mundo” son el referente por excelencia. Si el espíritu crítico ha logrado sobrevivir a todo este formateo social, suele suceder –desgraciadamente no en todos los casos– que en el momento universitario se encuentren al fin, formas distintas de percibir y de vivir las cosas en el mundo. Pero ¿cómo lograr abrirse al mundo y a la multiplicidad de realidades, cuando cada medio de intercambio está saturado de la misma información, de las mismas imágenes, de los mismos discursos?

La red de Internet nos ha hecho creer que por fin podremos liberarnos de muchos de los dogmas sociales, creando nuevas redes de interacción ciudadana; pero la sobre carga de información mantiene las cosas como siempre han estado: quiénes tienen y tratan de mantener sus espíritus abiertos, encuentran respuestas al interior de la red, el resto sigue mirando y creyendo en lo que siempre les han dicho. Cuestionar implica desmoronar una cierta coherencia mental y ésto puede ser dramático; el ser humano teme la locura, el desequilibrio, le tiene pánico al ridículo, fobia al rechazo. “La vergüenza, sentimiento social por excelencia, es el desvanecimiento del consenso social hacia otro sistema.”(7) Para construir otro sistema, es decir, para formar comunidades alternativas hay que comprender que no es único quién vive distinto y concibe las cosas de modos diferentes. Pero ¿cómo abrir puentes entre los seres del mundo que buscan y/o viven el cambio? ¿cómo salir del aislamiento e integrar comunidades alternativas?

El cine documental concentra una técnica poderosa porque puede transformar las cuestiones políticas en experiencias de emoción popular y eso no es despreciable. Durante la mitad de los años sesenta, se vio en el cine del mundo un renacimiento del género documental, las películas tenían sus raíces en contextos históricos concretos en dónde las acciones expresaban los conflictos sociales de la década y en algunos casos, del siglo. El género documental aspiró a fortalecer su arte en la protesta implícita, explorando el pasado para dar otro sentido a la historia, sentido que ha debido confrontarse contra la mistificación de la política.(8) En la era de la mundialización, la creación popular no logra tener la repercusión global que tienen por su parte los productos culturales de la sociedad de mercado; en los productos de consumo, el sentido dado a la historia no sirve para desmitificar las políticas mundiales sino que al contrario, las refuerzan. Es aquí donde el rol del comunicador social se vuelve indispensable; en su búsqueda por abrir y establecer nuevos espacios de discusión y de debate, debe mantener su espíritu crítico, de análisis frente a los mensajes que los documentales transmiten pues todo discurso presenta la perspectiva de sus autores y esa perspectiva debe enriquecer el debate, no cerrarlo.

En el mundo entero están sucediendo cosas muy importantes, la red está llena de historias que pueden probar que los cambios han sido y están siendo posibles.(9) Pero la sobrecarga de información y la prisa de la vida, limitan los momentos de reflexión y de escucha. En la construcción de proyectos por el cambio es necesario comenzar por comprender y expresar en palabras e imágenes lo que significa desarrollo, qué concebimos por riqueza, qué cambios estamos buscando, proponiendo. Para este efecto el uso de documentales puede resultar enriquecedor pero no debe ser exclusivo. Indices, documental de Vincent Glenn, 2011, proporciona elementos para comprender: cómo, dónde, cuándo y quién propuso académicamente que la riqueza consistía en la acumulación. Indices muestra parte del debate mundial que se ha generado en torno a la construcción de nuevos indicadores de riqueza siguiendo el trabajo del FAIR, Foro por otros indicadores de riqueza, colectivo mundial que busca en la participación ciudadana, otras ideas de riqueza, otras formas de medirla.(10)

Existen dos maneras de mantener la vigencia de un mito: la una es de modo positivo, creyendo en el mito; la otra es de modo negativo es decir, estando en contra. La única manera de romper el mito es dejando de creer en él. Cuestionar el mito, cuestionar la idea central que funda un cierto tipo de sociedad puede liberarnos de la creencia y empujarnos a crear otros sistemas. Cuestionar los indicadores de riqueza actuales, significa contrarrestar las prioridades que definen. Privilegiando la participación activa de toda la ciudadanía se puede construir una forma diferente de democracia. Cada grupo humano debe ser partícipe de su propio cambio, los proyectos deben surgir del interior de las comunidades puesto que son ellas quiénes conocen mejor que nadie sus necesidades, sus valores y sus puntos débiles. El PIB ha sido usado durante ya mucho tiempo para evaluar la riqueza y el progreso de las sociedades y ha sido medido siempre por “expertos”; construir nuevos indicadores de bienestar, concebir otro tipo de progreso, implica participación ciudadana. El proyecto Bogotá ¿cómo vamos? iniciado en 1998 tuvo como objetivo medir la calidad de vida de los habitantes de la capital colombiana y contó con una gran participación popular. Impulsado primero por la sociedad civil, fue sostenido por la cámara de comercio de Bogotá, la casa editorial El Tiempo y la fundación Corona. Luego, y en consecuencia de su éxito, esta iniciativa se extendió a otras ciudades como Medellín y Cali, y otras ciudades en otros países de Sudamérica como Sao Paulo y Río de Janeiro.(11)

Entender que la acumulación no es riqueza ha animado a mucha gente en el mundo a crear modos de interacción alternativos basados en la cohesión social, en la armonía, en el respeto, en el diálogo.(12) El banco del tiempo en Chile es un buen ejemplo: en algunos sectores de la población, organismos sociales implantaron este sistema de intercambio para que la gente no cuente su trabajo en dinero sino en tiempo, eliminando de tal forma la escala de valores entre oficios. De este modo, todo lo que implica tiempo y esfuerzo humano es considerado de modo equivalente. Este tipo de iniciativa en Francia se conoce como SEL, Système d'Échange Local, Sistema de Intercambio Local, en dónde la moneda de intercambio no sólo es el tiempo sino el valor afectivo o de interés real que un objeto pueda presentar. La particularidad del sistema de intercambio local en Francia es que surge de iniciativas populares, no de organismos. En el sector de Tumbaco en el Ecuador, existen los Guardianes de Semillas (www.redsemillas.org) gente que da valor al rol ancestral del campesinado: en la cohesión social, la alimentación, el trato respetuoso de la tierra, la transmisión de valores de cooperación, de humildad frente a la sabiduría de la naturaleza. Los guardianes de semillas en Francia (www.kokopelli-semences.fr) se agrupan en el movimiento Kokopellí. Una leyenda andina cuenta que, en un gran incendio forestal y mientras huían todos los animales, un pequeño colibrí incansable llevaba agua en su pequeño y largo pico para tratar de apagar el incendio. Frente a la burla de todos, el colibrí no se rinde y responde: “cada quién debe hacer lo que esté a su alcance”. Esa leyenda muy sabia que sale de tierras andinas, inspiró al Movimiento Colibrí de Francia (www.colibris-lemouvement.org) que trabaja para sacar a la luz todas las iniciativas que la sociedad civil está poniendo en práctica para crear modos alternativos de vida, fuera del mito de la productividad y de la acumulación de riquezas materiales.

Entender que vivir de otros modos es posible nos puede ayudar a comprender que la supervivencia de nuestra especie se basa en la cooperación y no en la competencia, lo cual supone responsabilidad individual y colectiva, mas no sometimiento a la tecnología, ni a las máquinas modernas; no hay nada que dé mayor satisfacción a los seres humanos que el trabajo en equipo por el bien común. Aprender a valorar de modo equitativo cada uno de los oficios y tareas que desempeñan, la gente y los miembros de un grupo humano y social, puede liberarnos de otro gran mito que sustenta la concepción de sociedades jerarquizadas: la meritocracia.

Pretender que una sociedad, que premia la excelencia académica, es una sociedad justa, es emplear veneno como medicina porque la competencia genera injusticia, inclusive y sobretodo si se trata del mundo de la academia. Toda exclusión genera violencia, cuando una sociedad premia a unos pocos, menosprecia a muchos otros. Un sistema que genera élites, inculca desconfianza, antipatía, violencia. Si las ciudades están llenas de agresividad, si la gente se empuja, si los conductores luchan siempre por ir más rápido, por llegar primeros, es porque desde pequeños fueron educados a ser rivales, a luchar por tener los primeros puestos. Una sociedad justa no puede y no debe crear élites, ni dar premios; una sociedad justa debe valorar el trabajo en equipo, la honestidad, la humildad, la reciprocidad, el respeto, la diferencia, lo auténtico y permitir el intercambio equilibrado entre todos sus miembros. Estudiosos e intelectuales franceses afirman que las notas y las clasificaciones son una obsesión a la francesa y que sin embargo, en los resultados de las evaluaciones a nivel de Europa, es Finlandia quien saca el primer lugar, mientras Francia obtiene el último puesto. En Finlandia se comienza a calificar a partir de los 11 años, es decir al comenzar la secundaria. Sin embargo, muchos expertos dicen que comenzar a calificar a los estudiantes en esta etapa de gran cambio es aún discutible porque para aprender, las notas no son necesarias; las notas, afirman, deberían llegar en los tres últimos años de estudios secundarios cuando los estudiantes necesitan algún tipo de referente en la búsqueda de vías profesionales. Todos los estudios hechos desde hace más de cincuenta años han demostrado que no existe objetividad alguna a la hora de calificar: un mismo examen corregido por 50 maestros y/o maestras, recibe notas muy variadas, lo que cabe recalcar es que esas variaciones dependen mucho del estatus escolar y hasta social de los estudiantes, lo cual demuestra que los prejuicios orientan las calificaciones. El objetivo de calificar a los estudiantes de la escuela primaria durante el siglo XIX y hasta principios del XX era el de darles un estatus dentro de la sociedad puesto que el certificado de estudios primarios permitía entonces la entrada a la vida profesional. La meritocracia republicana francesa que siempre se ha supuesto “severa pero justa”, lo que en realidad busca es clasificar a sus miembros en la jerarquía social.(13) Para hacer progresar a los estudiantes no se necesita clasificarles, al contrario, poner etiquetas conduce a los seres humanos a comportarse tal cual los otros dicen que deben ser sus comportamientos.(14) El sistema es elevadamente elitista en Francia y se busca formatear esta élite desde la primaria. El resultado es que dentro de los estudios internacionales, los estudiantes franceses son quiénes sacan las notas más bajas; por ejemplo, frente a una pregunta, un estudiante francés no osará responder, incluso conociendo la respuesta, por el gran temor que tiene a equivocarse.(15) Y pese a estas profundas deficiencias del sistema de educación Francés, al interior de los “países en desarrollo” suele ser el ejemplo a seguir.

Crear nuevas formas de socialización implica cuestionarse también sobre aquello que llamamos educación. Supone eliminar la obediencia para transformarla en escucha, en respeto mutuo, porque en el acto de educar, el educador también aprende. Esto merece ser parte de la pedagogía de la carrera, puesto que la Comunicación para el Desarrollo es generadora de interacciones humanas y puente de enlace entre disciplinas.

  1. Pierre-Yves Jacopin, Seminarios de Masterado: “Symbole, Langage et Parole”, IHEAL, Paris 2001.
  2. Domique Méda, “Qu'est-ce que la richesse ?” Ed. Aubier, 1999. “Au-delà du PIB. Pour une autre mesure de la richesse”, Ed. Flammarion, 2008.
  3. Claude Lévi-Strauss, “Anthropologie Structurale”, Ed. Agora Pocket, Plon 1958, 1974.
  4. C. Lévi-Strauss, 1958: 226
  5. C. Lévi-Strauss, 1958: 265.
  6. Catherine Vidal, Neurobióloga: Investiga las relaciones entre ciencias y sociedad cuestionando el determinismo biológico. “Le cerveau évolue-t-il au cours de la vie ?”, Ed. Le Pommier, 2010. “Cerveau, sexe et pouvoir”, Ed. Belin, 2005, “Féminin/Masculin : mythes et idéologie”, Ed. Belin, 2006, “Hommes, femmes : avons-nous le même cerveau ?” Le Pommier, 2007, “Cerveau, sexe et liberté”, Ed. Gallimard/CNRS, 2007, “Notre société n’aime t-elle plus ses enfants ?”, Albin Michel, 2009.
  7. C. Lévi-Strauss, 1958: 226
  8. Daniel Geffner y James Wilkie, “Cinemalore: State of Siege as a Case Study” Journal of Latin American Lore. UCLA, vol. 2, No.2, 1976: 226.
  9. En Rajastán, India, la Escuela de Descalzos, “Barefoot College”, prepara mujeres y hombres del campo para ser ingenieros solares, artesanos, dentistas, médicos... en sus propias aldeas. Su fundador Sanjit “Bunker” Roy lo explica en éste enlace: www.ted.com/talks/lang/es/bunker_roy.html
  10. Michel Renault, “La Richesse Autrement”, Alternatives Economiques, Hors Série No. 48, Marzo 2011.
  11. De este tipo de iniciativas trata el documental francés “Soluciones Locales para un Desorden Global”, Coline Serreau, Francia 2009.
  12. Pierre Merle, “Les notes, secrets de fabrication”, Ed. Puf, 2007.
  13. Sylviane Giampino y Catherine Vidal, “ Nos enfants sous haute surveillance : évaluations, dépistages, médicaments...” Ed. Albin Michel, 2009.