viernes, febrero 8

The French Paradox

Una tarde, la madre de un amigo de mi hija, me preguntó si a ella le gustaban las hamburguesas. No sé, respondí. Asombrada me preguntó si nunca comíamos McDonalds. No, dije con ingeniudad. Esta fue la primera vez que me di cuenta de que, efectivamente, nunca habíamos llevado a nuestra hija a comer a un fast food. Poco tiempo después mi hija fue invitada a un cumpleaños en McDonald. Quizás no está mal de vez en cuando, seguramente pensamos, y la dejamos ir. Fue entonces que entré por primera vez a ese lugar. ¡Qué sucio es!, pensé. Pero lo que menos me gustó fue encontrar a mi hija metida en esas jaulas gigantes que han inventado para que los niños "jueguen".

Sin embargo, a pesar de eso, mi hija asistió a dos cumpleaños más. Poco a poco fui entendiendo que si nunca la habíamos llevado a un fast food era porque no nos gustaban: ni la comida ni el lugar. Lo mejor es que a nuestra hija tampoco le gustan. Como está acostumbrada a otro tipo de comida, a penas si probó lo que le habían servido en aquellas fiestas. De eso hace ya unos tres años. Ahora ella misma no quiere comer en McDonald ni en ningún otro fast food. ¿Cómo lo logramos? Pues les voy a confiar el secreto...

Puede parecer increíble y sin embargo es cierto: en Francia se come tan grasoso como en los Estados Unidos y sin embargo, la mortalidad a causa de enfermedades cardiovasculares es tres veces menos elevada que en los EEUU. Esto ha sido descubierto por los mismos americanos y le llaman the french paradox. ¿Será el foie gras, el confit de pato, o el vino lo que nos protege? Es a la vez mucho más simple y mucho más complejo. Para la mayoría de americanos la comida es un simple carburante para el organismo, mientras que la relación a la comida en Francia es totalmente diferente, mucho más sofisticada, lo importante es la calidad y la variedad de los alimentos. En Francia cocinar es un placer, tanto como lo es el degustar la comida e incluso hablar de ella; los momentos a la mesa son lo más importante de nuestra vida en familia y en sociedad.

La comida está anclada en las costumbres familiares, se come a la mesa y en familia, todos los días y a horas fijas (la mayor parte del tiempo) y dura al menos treinta minutos. Lo que va en el plato es sumamente importante. La comida es el símbolo, el cimiento de la vida familiar. En Francia es muy importante ofrecer una buena comida a las personas a quienes se ama. La cocina es, efectivamente, muchísimo amor. El equilibrio alimenticio es completo si hay armonía en la alimentación.

Y como cocinar es un gusto y comer un gran placer, ¿por qué iríamos a un lugar en donde hay mucho ruido y poquísima variedad? ¿donde todo sabe a grasa y a azúcar, donde el paladar no tiene el placer de sentir la infinidad de sabores que se pueden lograr al mezclar todas las delicias que nos nutren porque nos alegran la vida?

Ahora conozco muchísimas otras razones por las que no quiero comer McDonalds pero la más importante de todas es esta: NO ME GUSTA SU COMIDA.

Si quieres conocer las otras razones te ruego mirar el documental de Morgan Spurlock “Super size me”, 2004. Y la película “Fast food Nation” de Richard Linklater. www.fastfoodnation-lefilm.com