Después del impacto que me causaron los propósitos y las imágenes de pederastas encontrados en el programa de investigación francés: Los Infiltrados*, comencé a pensar en el asunto. La noche fue rica en información, con un notable trabajo de investigación y con invitados totalmente pertinentes en el momento del debate. Pero algo quedaba impreciso, demasiado impreciso para mi gusto.
Todo había girado en torno a Internet:
“¿Qué hacer para proteger a nuestros niños y niñas de los depredadores sexuales?”
Se habló de responsabilidad parental:
“¡Nunca hay que dejar solos a sus niños frente a Internet! ¡Hay que poner bloqueos! ¡Hay que prevenirles! ¡Hay que vigilarles!...” Cierto. Sin embargo…
Pienso ahora en el médico en psiquiatría invitado: dijo que ciertos niños víctimas de abuso sexual son conscientes de que debían haber hablado con sus padres sobre el acoso sufrido a través de Internet pero que no habían osado, ¡que no supieron qué decir!
Me pregunto entonces:
¿Por qué una persona se vuelve pederasta**?
¿Qué es la sexualidad?
¿Cómo se puede hablar de sexualidad con sus hijos si uno mismo, una misma, no sabe lo que es exactamente?
¿Cómo esperar que nuestros hijos se sientan a gusto para hacernos todas las preguntas, sobre todo aquellas ligadas al sexo?
He aquí el problema:
Entender lo que son el sexo, la sexualidad y las relaciones sexuales. Porque el problema no está en Internet, el problema es que nuestras sociedades ¡dan origen a depredadores sexuales!
En la antigüedad, los egipcios alejaron del grupo, deliberadamente, a un pequeño número de infantes para poder establecer cuál era la lengua original de la especie. Los infantes murieron todos: todos se dejaron morir. Fue un neurólogo quién habló del tema y dijo que si bien, en tanto que seres vivos, todos tenemos un patrimonio genético, ningún aspecto biológico puede desarrollarse, ni tomar forma, si no es a través de una cultura: del contacto con el medio y con las otras personas porque toda cultura se transmite, gracias a la educación, valga decirlo. Así que, si bien todos somos genética y biológicamente capaces y dispuestos tanto al lenguaje como a la vida sexual, nada toma forma si no es a través del sentido que se le da en sociedad: por la cultura que nos rodea, por los educadores que nos forman. No es tan complicado comprender todo esto, si comienzo a explicar el proceso desde el principio.
Freud fue el primero en darse cuenta de que la sexualidad humana existe mucho antes de la pubertad; que hay una sexualidad infantil. El sexo, como el hambre, son hechos biológicos que en la búsqueda de satisfacción dan forma a eso que llamamos gusto. Nuestra educación, nuestra cultura, están llenas de imágenes porque éstas juegan el rol de significantes. Es decir que las imágenes, explican aquello que sentimos. Existen, además, el olfato, la audición, el tacto, pero el trabajo de las imágenes en la significación es bastante más vasto porque, silenciosas, pueden deslizarse por todas partes y despertar —en nosotros y nosotras— todas las otras sensaciones, con ellas ligadas, en nuestros recuerdos.
En la película “Éxtasis” del Realizador Lance Young, producida en 1997, se trata la historia de una mujer quién, víctima de incesto durante la infancia, es incapaz de gozar sexualmente con su pareja. Para sanar, se hace tratar. La terapia consiste en aprender a quererse a sí misma, a dejarse seducir por su propio cuerpo; por la imagen que su cuerpo refleja en ella. El terapeuta cree que ésta es la única manera de lograr el placer personal y, por consiguiente, la única forma de poder dar placer a otra persona en el acto de amor.
La sexualidad está llena de imágenes. Las imágenes, las formas nos excitan, nos seducen, nos provocan. Pero dichas imágenes, ¿son necesariamente grotescas, vulgares, brutales?
Cuando llega el hambre, cada uno de entre nosotros y nosotras busca calmar su apetito a su manera, y esta manera está directamente ligada a nuestros hábitos personales. Cuando las sensaciones sexuales comienzan a manifestarse, el organismo busca satisfacerlas, comprenderlas, les busca significado y significación. Como todo en el desarrollo humano, este aprendizaje va a hacerse poco a poco, sobre todo a través de la imitación. Pero ¿qué podremos imitar en medio de un hogar en el que toda cuestión sexual es evitada? Buscaremos seguramente, la satisfacción de esas nuevas inquietudes, en otros lares y por qué no, ¡también en Internet! Internet no es sino otro medio. ¿O alguien va a negar la muy larga existencia de la pornografía?
La pornografía posee imágenes que tratan las cuestiones sexuales de manera brutal. Son chocantes y por consecuencia, su impacto permanece en la memoria con persistencia. En el aprendizaje de la sexualidad, a todos y todas, nos han sorprendido alguna vez, imágenes de escenas vulgares, grotescas y brutales. Imágenes obscenas que, sin embargo, han logrado despertar nuestro deseo sexual. Si ese género de imágenes ha logrado excitarnos, es sencillamente porque durante el período de descubrimiento y de aprendizaje sexual, hemos sido confrontados a ese mismo tipo de imágenes. Y eso, sobretodo, porque es muy difícil pasarse de ellas: la vulgaridad y la brutalidad de las imágenes obscenas están por todas partes claramente expuestas en las vitrinas, en los periódicos, sobre los muros... en la publicidad.
Haber tenido una educación sexual al interior de un hogar de mentalidad abierta, significa: haber estado en contacto a otro tipo de imágenes sobre la sexualidad; otras palabras, otros conceptos relativos al sexo. Y en ese caso, incluso si confrontados a las imágenes grotescas, siempre publicitadas por todas partes, es muy probable que se pueda llegar a comprender la cuestión sexual de otras maneras.
¿Cómo hablar de sexo a nuestros hijos e hijas, si nosotros mismos, padres y madres, no le concebimos sino como algo brutal, vulgar u obsceno? El aprendizaje sobre la sexualidad es grande y complejo, pero si nuestra escuela ha sido limitada a las imágenes brutales de la pornografía sexual y su discurso, tendremos gran dificultad a explicar y sentir el sexo de cualquier otro modo.
¿Y la pedofilia en todo esto?
No está de más recordar que la mayoría de pederastas han sido víctimas de pedofilia. La mayoría, sino todos, han sido brutalizados, víctimas de abuso sexual de alguna manera. Nada en la naturaleza humana toma forma si no es gracias a la cultura, asimilada a través de un tipo de educación.
Más reprimiremos nuestros deseos sexuales, más correremos el riesgo de perder un día el control de nuestros actos. La sexualidad no debe ser reprimida sino canalizada, guiada en la búsqueda de satisfacción real, de un deseo natural. Tal satisfacción por la fuerza, a través de la brutalidad, o en la criminalidad, no es una verdadera satisfacción de una necesidad natural sino una respuesta de substitución, fruto de la confusión instalada durante una primera agresión sexual. Es por esta razón, que todos los menores, víctimas de abuso sexual no se convierten en depredadores; la brutalidad vivida transformará el ser, en la medida de su vulnerabilidad. A mayor apertura de espíritu, mayores serán las probabilidades de salir adelante incluso habiendo vivido una experiencia tan dramática y dolorosa. Nuevamente: ¡Está en nosotros y nosotras el cambiar lo establecido!
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* Los Infiltrados. Título de la investigación: “Pedofilia: Los Depredadores”, difundida por la cadena France 2, el martes 6 de abril del 2010 en Francia: “Según un reporte reciente de las Naciones Unidas, sobre el tema, en el mundo habría más de 750 000 depredadores sexuales, conectados a Internet en permanencia. Durante cerca de un año, un equipo investigó sobre estos depredadores sexuales que se valen de internet para abusar de menores. La policía llama a este fenómeno: grooming, y engloba cualquier acto que tienda a manipular un infante vía Internet con propósitos sexuales. Fenómeno inquietante… Según, la Asociación francesa: “Inocencia en Peligro”, un infante sobre tres, en Francia, ha sido ya contactado por un desconocido en Internet.” Realizador: Philippe Lallemant. Presentador: David Pujadas. France 2.
** En este artículo, los términos pedofilia y pederastia han sido utilizados como sinónimos.
** En este artículo, los términos pedofilia y pederastia han sido utilizados como sinónimos.